Dic
12
2017
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By editor
El planeta entero ama a Roger Federer. Ese amor ya lleva un buen tiempo instalado en todo tipo de superficies. Está originado por una combinación de factores que no siempre confluyen en el deporte: se puede ser un competidor feroz sin sacrificar la belleza en el altar de los resultados. Federer no hace lo uno sin lo otro. Es una celebridad magnética que refleja todo el atractivo que puede tener un deporte. Pero en un lugar de la cadena se ve que no es suficiente. Cada vez que el tenis se sienta a la mesa de las negociaciones de la industria televisiva, los ejecutivos le recuerdan a la ATP que su producto no está entre los diez primeros del mercado global de los derechos deportivos. Según un relevamiento publicado por el portal británico SportBusiness, el fútbol tiene el 40 por ciento del total de un mercado valuado en 40 mil millones de dólares en 2017. El tenis no figura en un mapa donde, por ejemplo, el golf tiene el 2,5 por ciento de su cuota global.
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