Hace apenas días, en el Gobierno no ocultaban su preocupación porque el tipo de cambio estaba planchado. A los problemas de competitividad de la economía se sumaba el hecho de que, con un cambio que se ubicaba lejos de los $ 17,92 estimados en el presupuesto nacional para 2017, crecía la necesidad de emitir más deuda para financiar el gigantesco déficit en pesos. Sin embargo, el escenario parece haber cambiado y muy rápido: sólo ayer, el dólar escaló 24 centavos y se negoció a $ 16,85 en la plaza mayorista, mientras que en las pizarras de los bancos se cotizaba a $ 17,05.
Para los analistas, el problema no es tanto que el dólar haya subido -menos aún considerando que en el mercado en general predominaba la idea de que el tipo de cambio estaba atrasado-, sino que lo haya hecho con tal velocidad. Y es que la víctima en este caso podrían ser los precios.
"Cuando el dólar valía 15,50 pesos estábamos furiosos por el atraso cambiario. Ahora, en 17 pesos, que es un 10% más, estamos hablando todos del traspaso del dólar a los precios. El tema es la velocidad a la que subió. Cuando vemos que sube 10% en un mes, algunos se preguntan qué va a pasar en el futuro. Y las expectativas son las que definen después los precios. Si encima tenés bienes, como la nafta, que se actualizan automáticamente, la situación empeora", ilustró a LA NACION el responsable de cambios de un banco internacional, que pidió no ser identificado.
"Luego el problema es que precio que sube no baja, aun si el tipo de cambio corrige a la baja", continuó.