La demanda de quienes recurren a comedores comunitarios de la ciudad de Córdoba en busca de un bocado para aplacar el hambre, al menos por un rato, no para de crecer.
Es una realidad que duele cada vez más y se ensaña con los sectores más vulnerables de la población. La crisis económica y social es la causa principal.
“El año pasado asistíamos con unas 350 raciones de comida a la gente que venía a nuestro comedor a almorzar o a merendar; hoy estamos en 600 o más por día”, ilustra Carlos Butalla, presidente de la Asociación Civil Sal y Luz.Sal y Luz y La Esperanza son dos de los espacios que debieron aumentar raciones por la gran demanda en algunos barrios. Al mismo tiempo, caen las donaciones y no pueden sostener la calidad de lo que sirven.
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