Epec: ahora, la estigmatización de los ricos

Ahora se pide algo así como no estigmatizar a los ricos, con la esperanza de que se deje de hablar de los costos de Epec.
El ejemplo de Axel Kicillof floreció. Era marzo de 2015. Hacía poco más de un año, el ministro de Economía había habilitado una devaluación que, como sucede casi siempre en esos casos, había gestado inflación y pobreza.
Pero para entonces la pobreza ya era una desconocida. El Indec había dejado de medirla, tras varios años de mentir la inflación, algo que Kicillof había criticado mientras militaba en Tontos pero No Tanto y que luego le pareció genial.
El iluminismo estatista de Carta Abierta no tenía ningún drama con que el Gobierno privatizara un bien público (la estadística) para esconderla al servicio de un fin partidario. Algún día admitirán la vergüenza.
Lo cierto es que a Kicillof le preguntaron por la pobreza. Y su respuesta fue: “Yo no tengo el número de pobres; me parece que es una medida bastante estigmatizante”.

SUELDOS. La mitad de la planta cobra más de $ 60.000
Fue una respuesta para engañar a los humildes en conocimiento; para hacerles creer a los incautos que hablar de datos globales es igual a señalar con el dedo a Roberto, Juan o Tomás. Así falseaba orwellianamente la palabra “estigma”: significando “señal”, la usaba para justificar un ocultamiento.
Los afiliados de Luz y Fuerza (¿o el gremio en sí?) que piden no prohibir que se hable de los sueldos de Epec –que más que triplican la media salarial privada en blanco en Córdoba– parecen haber aprendido la lección.
Sólo que ahora se pide algo así como no estigmatizar a los ricos, con la esperanza de que se deje de hablar de los costos de Epec.

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