El plan de Juan José Aranguren marcaba que, en promedio para noviembre de 2018, el subsidio a la energía eléctrica residencial (con demanda menor a 300 kw) debía cerrar en 18 por ciento. Cuando anunció los aumentos que regirían desde febrero, el costo de producción del megavatio estaba en 1.410 pesos, de los cuales el usuario asumía 1.070 (es decir: pagaba el 75 por ciento). Ese pago del usuario debía subir hasta el 82 por ciento hacia fin de año y alcanzar el 90 por ciento en 2019, para llegar a cero en 2020.Para fin de año, el Estado debía pagar sólo el 18 por ciento de la energía eléctrica. Pero la devaluación alteró todos los planes. En julio, el aporte del Gobierno trepó al 52 por ciento, lo mismo que antes de las últimas subas.
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